Chilangolandia (2021)

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Chilangolandia (2021)- AlternativaTlx
Still de Película: Chilangolandia- Imagen de Prime Video
Jorge Luis Mata Martínez
Chilangolandia, ópera prima de Carlos Santos, retrata la Ciudad de México como un universo donde lo surreal, lo cínico y lo hilarante conviven en un ecosistema social tan caótico como fascinante. El filme se lanza con valentía a una crítica desmedida del sistema político mexicano, de la precariedad moral y económica de sus habitantes, y del cúmulo de tradiciones que, en conjunto, dan pie a una comedia que, aunque busca la risa, puede sentirse desfasada respecto a los tiempos actuales.
La historia gira en torno a varios personajes, principalmente Ramiro, un taxista esperanzado en que su sobrino “El Chulo” se convierta en una estrella del fútbol, y Carmen y Miguel, una pareja que recibe por error una maleta con diez millones de pesos. Mientras el verdadero dueño intenta recuperarla, la pareja se embarca en un intento desesperado por saldar deudas y gastar el dinero antes de ser descubiertos. A partir de este enredo, la película se mueve sin descanso, pasando de un personaje a otro y recorriendo distintos escenarios de la ciudad en busca de ritmo y dinamismo, evitando cualquier pausa prolongada.
Santos propone una comedia que polariza: Chilangolandia o se ama o se detesta, pero es difícil que deje al espectador indiferente. Aunque intenta alejarse del cine de comedia más comercial o “whitexican”, sus escenarios y situaciones siguen enmarcados en espacios que no terminan de escapar del todo de esa estética. Aun así, logra capturar ciertos aspectos del “ser chilango”: la picardía, la habilidad para aprovechar cualquier situación y una actitud desfachatada ante la adversidad. Esto, en ocasiones, genera momentos auténticamente cómicos para quienes conocen y viven el caos de la CDMX.
Sin embargo, el tono relajado del filme se refleja también en sus actuaciones, que varían entre lo caricaturesco y lo funcional, así como en una violencia satírica que puede resultar incómoda para algunos espectadores.
El reparto cuenta con figuras como Liliana Arriaga, Luis Felipe Tovar y Silverio Palacios, quienes logran mantener a flote la parte actoral pese a los altibajos del guion. Uno de los aciertos más notables es el diseño sonoro: la banda sonora mezcla desde clásicos del TRI hasta sonidos emblemáticos de la ciudad como el famoso grito del “fierro viejo”, creando una identidad sonora que enriquece el ambiente.
En definitiva, Chilangolandia es una comedia que apuesta por lo exagerado, lo absurdo y lo autorreferencial, con una propuesta que puede parecer caótica, pero que en el fondo refleja con acierto la manera de sobrevivir y de reírse en la Ciudad de México. Sus fallos narrativos y exceso de surrealismo pueden restarle fuerza, pero también la dotan de un estilo muy particular que conecta con una audiencia dispuesta a reírse de su propia realidad.
Y es precisamente esa realidad la que la película lanza al centro del escenario: una urbe donde el humor funciona como estrategia de supervivencia. Tal como planteó el sociólogo Erving Goffman, la vida cotidiana puede entenderse como una puesta en escena en la que cada individuo actúa frente a los demás, adaptándose al “guion” social que le toca. Chilangolandia lleva esta idea al extremo: los personajes interpretan papeles exagerados y grotescos, pero no por gusto, sino porque es la única manera que conocen para encajar en una ciudad que no ofrece respiro.
En palabras del filósofo y urbanista Henri Lefebvre, “la ciudad no es solo un lugar físico, es una obra que está siendo constantemente producida y vivida”. En este sentido, Chilangolandia se convierte en una radiografía de ese “vivir” en el DF caótico, desigual, absurdo y profundamente humano, donde la risa, aunque suene estridente, es una forma de resistencia.
Porque al final, como bien puede resumirse en una frase popular entre chilangos: “Al mal paso, darle prisa… y si se puede, que sea riendo”. Una ironía que nos recuerda que, incluso en medio del absurdo, el humor sigue siendo un escudo frente a la desigualdad y la incertidumbre cotidiana.