
La innovación biotecnológica aprovecha bacterias benéficas para controlar hongos fitopatógenos, especialmente en fresas, lo que reduce el uso de químicos y fortalece las prácticas agrícolas sostenibles
Jorge Vicente Miranda Rivera, egresado de Ingeniería en Biotecnología, y María Fernanda Aguilar Luevanos, egresada de la Licenciatura en Químico Farmacéutico Biólogo, jóvenes investigadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), desarrollaron un biofungicida para combatir hongos en el cultivo de berries.
Su proyecto denominado “Cepas bacterianas, mezclas, producto biofungicida y método para controlar hongos fitopatógenos en suelos de cultivo de berries”, ya inició el proceso para convertirse en una patente.
Este desarrollo tecnológico, resultado del trabajo en el Grupo de Investigación en Agrobiotecnología liderado por el Dr. Miguel Beltrán García, Profesor-Investigador de la UAG, propone una alternativa biotecnológica sostenible para el control de enfermedades en berries, especialmente en la fresa, uno de los cultivos más importantes del occidente de México.
Ciencia aplicada para la agricultura
La tecnología se basa en el uso de bacterias benéficas de los géneros Pseudomonas y Bacillus, aisladas de plantas sanas de fresa.
Estas cepas inhiben el crecimiento de hongos patógenos emergentes como Boeremia y Neocosmospora, además de otros que afectan la producción, entre ellos Alternaria alternata, Botrytis cinérea, Fusarium subglutinans y Nespoestalotiopsis rosae.
La combinación de cepas ha demostrado reducir la presencia de patógenos y, al mismo tiempo, favorecer la microbiota benéfica del suelo, como Trichoderma.
Esto representa una alternativa viable frente al uso intensivo de fungicidas químicos, sin buscar sustituirlos por completo, sino reducir su carga en los cultivos y abrir oportunidades en mercados internacionales que valoran prácticas agrícolas más limpias.
Formación científica en la UAG
Los jóvenes investigadores participaron durante casi dos años en el Grupo de Investigación en Agrobiotecnología mediante programas de Iniciación Científica y Prácticas Profesionales, donde fortalecieron sus competencias en microbiología agrícola, identificación de patógenos y evaluación de bioinsumos en campo.
Para María Fernanda Aguilar, el interés en la investigación surgió desde sus clases con el Dr. Beltrán García.
“Un momento clave fue cuando se habló de las áreas de oportunidad que no estaban siendo suficientemente explotadas en la agricultura. Vimos la posibilidad de alternativas más saludables para el estado vegetativo de las plantas, y así nació la idea de este biofungicida”, afirmó.
Ella destaca que trabajar en este proyecto le permitió crecer tanto a nivel profesional como personal.
“Aprendimos a manejar equipos y técnicas para análisis experimentales, desde ensayos de antagonismo en laboratorio hasta pruebas en campo. Fue un proceso que nos enseñó paciencia, perseverancia y pensamiento crítico”, recordó.
Una alternativa con impacto social y económico
Por su parte, Jorge Vicente Miranda destacó la motivación que lo llevó a involucrarse en el área.
“Siempre he creído que la investigación no debe quedarse en el laboratorio, sino transformarse en productos con impacto real en la sociedad. Este biofungicida representa una opción sostenible e innovadora frente al uso excesivo de químicos”, comentó.