Aislada bajo el agua en un oscuro tanque de concreto, la reconocida actriz y dedicada madre Fernanda Castillo protagoniza la nueva campaña de PETA Latino, que denuncia el sufrimiento y trauma que padecen los delfines cuando son separados de sus familias y obligados a vivir en delfinarios.
En el video promocional, el corazón de Fernanda se rompe mientras describe cómo a estos animales se les niega todo lo que es importante para ellos, y sueña con un mundo para su hijo donde “los animales sean respetados, no explotados”.
México – país donde Fernanda nació y creció – aprobó recientemente una legislación histórica para poner fin al cautiverio de delfines, tras años de violaciones al bienestar animal y muertes de delfines en parques marinos y exhibiciones.
La ley prohíbe la cría de delfines, los tanques de concreto, el contacto físico en experiencias de “nado con delfines” y los espectáculos.
“Soy mamá y haría cualquier cosa para proteger a mi hijo”, dice Fernanda en el video. “Por eso me parte el corazón pensar en el sufrimiento que estos seres inteligentes y sociales soportan, todo por un espectáculo”.
Fernanda recuerda que visitar delfinarios era algo normalizado en su infancia, pero hoy, cada vez más personas comprenden que los delfines son como nosotros en lo más importante y que no pertenecen a los delfinarios, sino a sus familias en la naturaleza.
“Estos animales sienten amor, dolor y pérdida, igual que nosotros”, afirma.
En libertad, los delfines nariz de botella pasan toda su vida viajando con su manada, nadando hasta 100 kilómetros al día.
En los delfinarios, viven en tanques estrechos e inhóspitos y son obligados a realizar trucos para entretener a los humanos. Los delfines nacidos en cautiverio también mueren aproximadamente al doble de aquellos que nacen en su hábitat natural.
Fernanda hace un llamado a nunca visitar delfinarios y a exigir que los delfines atrapados en delfinarios en México sean trasladados a santuarios costeros.
“Me encantaría que mi hijo creciera en un mundo donde los animales sean respetados, no explotados. Un mundo donde la compasión valga más que el dinero”, dice. “Donde enseñemos a nuestros hijos a proteger a los más vulnerables, no a aplaudir mientras sufren”.
