¿Cómo fue el 2 de octubre del 68 a 50 años?

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El Centro de Investigación Interdisciplinaria sobre Desarrollo Regional (CIISDER) realizó un conversatorio con testimonios directos que vivieron la matanza de Tlatelolco en 1968.
A cargo del doctor Jaime Ornelas, el centro de investigación de la UAT, revive el episodio de 1968 con el testimonio de dos personalidades que vivieron la matanza de Tlatelolco, Marco Antonio Moreno y María Jacobo Fermatt.

…Después de las luces, empezó la tronadera, pero nunca pensé que eran balazos, y al pasar por el puente para ingresar a la plaza de las tres culturas, seguían, y lo que llamó mi atención fue un ruido tan estremecedor, que al observar hacia atrás vimos al ejército, no teníamos para donde avanzar, enfrente la matanza y atrás el ejército… Ese sonido de los soldados al marchar que nos marcó por mucho tiempo, esos soldados como robots inexpresivos venían a nosotras, no nos quedó otra opción que seguir a la plaza.

Con la voz entre cortada María Jacobo Fermatt integrante del Partido Comunista relata cómo fue su experiencia en Tlatelolco en 1968. “Para cuando llegamos a la plaza había mucha gente muerta y herida, las balas pasaban junto a nosotros y mi prima y yo corrimos, actuábamos por instinto y avanzamos a una puerta que se encontraba abierta en el segundo piso, y al llegar éramos como 50 personas al interior de un departamento”.

Jacobo Fermatt, comenta que los medios de comunicación que se encontraban, tanto nacionales como extranjeros que hacían la cobertura de las olimpiadas, se encontraban también expuestos, el dueño del departamento les dijo que se encerraran en las recamaras, al cabo de unas horas seso la balacera y pretendieron salir, sin embargo se reanudó la balacera y lo único que pensaban era llegar a casa, “y vimos que a todos los hombres los detenían y los desnudaban, cuando íbamos hacia Manuel González vimos la magnitud de la tragedia. Al final pudimos salir de ese lugar y es así como nos salvamos ese día”.

Su relato es significativo y potente, la voz entrecortada de María en las instalaciones del CIISDER, pone a todos los asistente en silencio, su vivencia fue marcada por varios años de terror; bien se dice que el 2 de octubre no se olvida, porque la mayoría de los estudiantes siguieron con el movimiento, aterrados y con el sentimiento a flote, María y tres más decidieron regresar a la plaza de las tres culturas días después para hacer una pinta con nitrato de plata el cual se ve con el sol y es imprescindible en la noche. Dos parejas de jóvenes, incluida María, se dispusieron a realizar la consigna en el piso pero no la terminaron ya que uno de los soldados los vio y comenzó a sonar su silbato, por lo que quedó inconclusa, “solo alcanzamos a pintar 2 de octubre no se ol… y hasta ahí nos dejaron”, relata.

Por otra parte, Marco Antonio Moreno egresado de la facultad de ciencias químicas de la UNAM, plantea que el movimiento fue la búsqueda de mejorar la vida de los mexicanos, de cualquier tipo ya sea en el trabajo o en este caso la vida autónoma de los estudiantes y la liberación de los presos políticos, y si bien el exterminio comunista se encontraba dado por el estado mexicano, los estudiantes tenían la consigan de lucha desde tiempo atrás

“La vida estudiantil eran riñas deportivas”, dice, por lo que el movimiento como tal comienza en contra de los estudiantes atacando sus instalaciones entre otras acciones que el ejército y la policía realizó.

Marco Antonio ya tiene sus casi 70 años, relata con voz firme como las universidades se unen y hacen principio de unidad, “Únete pueblo decíamos” se crea el comité de huelga, y los estudiantes comienzan a tomar las armas, la pintura, la brocha, el mimeógrafo, el esténcil, “esas eran nuestras armas”.

“Las mujeres tenían desechas la manos por contar el dinero de los boteos pero además de estar con miedo, porque nada más te veía un policía y nos atacaba, nos detenía, y una vez pasó La Julia y nos llevó, y cuando llegamos a la comandancia nos dicen, ¿cual es delito? en respuesta, -estaban amotinados-, eso era el artículo que queríamos que derogarán, eso era lo que queríamos detener de ese gobierno autoritario”.
El pliego petitorio se concentraba en una sola consigna, “el diálogo público”, ya que el movimiento se transformó en contra del sistema político de Ordaz.

“En la manifestación del 13 de agosto que se concentró en el Zócalo era la recuperación de nuestra nación, la recuperación de la plaza principal de los mexicanos, antes de su informe el ejército entro y nos desalojó, para que después los trabajadores y burócratas fueron llevados por el estado para que transmitieran lo bien que se encontraba el país, sin embargo no funcionó, y los mismos trabajadores también lanzaron consignas al gobierno, por lo que la policía los recriminó, -Diosito estaba de nuestro lado”, afirma.

Para la marcha del silencio, dice Marco Antonio, “fue para recriminar al presidente Ordaz por lanzar la amenaza permanente en su informe de gobierno en el congreso. Todo ello según el presidente como el complot para los juegos olímpicos”.

Así es como los testimonios de dos jóvenes que se encontraron el movimiento y lo apoyaron incondicionalmente comentan su historia, una historia que no cambia mucho en la actualidad, una historia que determina que los jóvenes de esa época marcaron a las nuevas generaciones, una historia que no se olvida, por lo que el 2 de octubre tampoco se olvida y no se olvidará.