Por: José Pérez Márquez.
Todavía late el pasado prehispánico, se podría decir que está presente entre nosotros. Todo el legado que nos dejaron y que los arqueólogos en México han encontrado: documentos, monumentos y zonas arqueológicas importantísimas, son testimonios de la grandeza del México antiguo que no ha muerto y quiere resurgir entre las gentes más sensibles a nuestro pasado.
Cuando en una de las grandes ciudades del mundo, México, grupos de danzantes mueven su cuerpo al ritmo de tambores, encuentran entre otras cosas, un camino de salud espiritual que practicaban los mexicas, nuestros ancestros.
Grandes estudiosos han escrito sobre México. Los extranjeros que vienen se maravillan al ver su diversidad, los muchos México. Ésta es una nación muy especial. En el siglo XX vivió un austriaco que nunca vino a México pero sabía de él, se llamaba Rudolf Steiner, fundador de la antroposofía. La antroposofía es una ciencia que estudia la relación entre el ámbito espiritual universal con la espiritualidad del ser humano.
El filósofo Rudolf Steiner llegó afirmar que México era oscuro. Puede ser que la herencia prehispánica manifieste en el presente prácticas oscuras. Por ejemplo, el hermetismo de los mexicanos, un comportamiento que encierra guardar en secreto los pensamientos de cada mexicano. No te digo lo que pienso por eso me cierro en mí mismo.
Es contradictorio el carácter del mexicano, tal vez porque su identidad está en proceso de formación. El escritor mexicano Octavio Paz en su ensayo “El laberinto de la soledad”, afirmó que el solitario mexicano ama las fiestas.
