Una desgracia la ineptitud de alcaldes tlaxcaltecas

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Foto: Carlos Aguilar

Por: Enrique Gasga

Si a los reiterados casos de corrupción que parecen inherentes en la mayoría de presidentes municipales de la entidad tlaxcalteca se suma la ineptitud, falta de capacidad y los conocimientos casi nulos para gobernar, el resultado es devastador para las miles de familias tlaxcaltecas víctimas de los excesos del poder amalgamados por años en un sistema de gobierno descompuesto, como lamentablemente está a la vista traducido en casos de miseria, pésimos servicios básicos, inseguridad, atraso y más atraso, donde la única garantía ha sido el beneficio para el munícipe.

Ante este escenario, resulta vergonzoso el discurso de muchos alcaldes quienes se jactan de inflar cifras y hablan de logros inexistentes cuando lo que se mira en la localidad gobernada son carencias, falta de desarrollo y corrupción.

Sin embargo, ahí está la complicidad de otro ente; el Congreso del Estado y su Órgano de Fiscalización Superior (OFS) en que la mayoría de diputados negocian año tras año la aprobación de las cuentas públicas de los municipios con alguna rara excepción, donde no importa si los municipios presentan desvío, o falta de comprobación de recursos millonarios, al final la gran mayoría de dichas cuentas son aprobadas.

Sólo por dar un dato, en 2015 el OFS informó que más de la mitad de los sesenta ayuntamientos del estado tenían retrasos en la entrega de sus cuentas públicas en algunos casos hasta de seis meses.

Así mismo, se ha vuelto común que la mayoría de presidentes municipales han dejado de entregar a revisión sus cuentas públicas a su sindicatura pese a las irregularidades en las que incurren por este motivo, y donde hoy a los síndicos se les ha arrebatado su facultad fiscalizadora.

Es común ver que alcaldes que antes de serlo vivían con visible modestia y carencias; antes de concluir su mandato cuentan con enormes residencias, propiedades y dinero, nombrar, o enumerar los casos en la entidad sería ocioso; ya que es algo recurrente.

Los excesos en los que caen la mayoría de los alcaldes durante su administración es visible, donde el actor Damián Alcazar en su papel de Juan Vargas Presidente municipal corrupto de San Pedro de los Saguaros en la película La Ley de Herodes que refleja la crudeza del proceder corrupto y excesivo de los alcaldes emanados del priismo, en muchos casos se queda corto.

Y para muestra un botón, en la entidad lo mismo existen casos como el alcalde que impuso a su madre de candidata a sucederlo en el puesto en las pasadas elecciones utilizando todos los recursos a su alcance, como lo denunciaron en su momento pobladores de la localidad que gobierna que además se quejan del retroceso que ha tenido este municipio con el presente gobierno, que los munícipes que convierten el ayuntamiento en una empresa familiar.

Pero quizá lo más grave ha sido el rápido crecimiento de la delincuencia en todo el estado ante la falta de equipo, preparación y ética de los elementos policiacos municipales, donde en muchos casos ni siquiera cuentan con un arma para enfrentar a los delincuentes; pero esos si en otros casos cuentan con patrullas nuevas que no portan placas en un alarde estulto de poder institucional que en nada ayuda a combatir el crimen; y cuyas autoridades no tienen cara para exigir a sus gobernados respeto a la ley cuando ellos la violan a diario.

En Tlaxcala la escasez de obra pública, el costo elevado de la vida, la creciente inseguridad y el mal uso de recursos del gobierno estatal en el presente sexenio se han combinado con los excesos de la mayoría de los alcaldes y de muchos presidentes de comunidad que ha generado un retroceso en varios rubros.

Sin embargo, a partir de enero próximo entran nuevos presidentes municipales en el estado que entre otras cosas, a su favor gobernarán casi cinco años pudiendo con esto elaborar un plan municipal de desarrollo más completo con una mejor proyección; esperemos que  la oportunidad de generar un beneficio real para sus gobernados no la echen por la borda, y que no se pierdan en un poder ficticio que en los últimos años ha degradado a Tlaxcala.