Apizaco en sus mostradores

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Por Eddie Ojeda

Cada lugar tiene sus huellas. Huellas que desaparecen con el viento y otras que se quedan como insignias. Apizaco, además de caracterizarse por haber tenido una importante estación ferrocarrilera, también se ha distinguido por su amplio comercio y por los diferentes servicios que se le brindan a la sociedad apizaquense y a la de sus alrededores. Por ello, en el marco de los 150 años de la fundación de Apizaco que se cumplen en este mes, el presente artículo hablaré sobre el importante comercio que ha tenido El lugar de agua delgada.

Negocios van, negocios se han ido, pero hay otros que prevalecen como los baños “Danubio”, fundados en 1902, gracias a la familia Herrera, es como este centro de servicio a la higiene y al bienestar corporal se va haciendo, con el pasar de los años, uno de los negocios más antiguo de la localidad; utilizando calderas exportadas de Nueva York. Los baños “Danubio” estuvieron en la Calle Real, después conocida como Independencia, y ahora, Boulevard Emilio Sánchez Piedras. En 1936, la señora Carmen Báez, viuda de Herrera, vende estos baños a don Alfonso González Rodríguez; heredándoles, posteriormente, a sus 10 hijos. Enrique González Sánchez y María de los Ángeles González Sánchez son dos de estos diez administradores de los baños Danubio.

En el año de 1900, llega a la Ciudad de Apizaco, el ingeniero, procedente de Francia, Alejandro Guillot, quien construyó el “Hotel Guillot”. Este hotel, durante muchas décadas, fue uno de los más importantes. En 1972, el señor Alfonso González Rodríguez, compra “El Guillot” para abrir el hotel restaurante piano bar “El Mesón de Alfonso”; también ubicado en el ahora Boulevard Emilio Sánchez Piedras.

¡Quién no ha ido a comprar el libro de Baldor en la palería y librería, “La Cultura”! Fundada en 1928 por Joaquín Sánchez Pérez y su esposa María Inés Torres Fernández, esta papelería fue una de las más grandes e importantes de Apizaco. Primero se ubicó en la Calle Real, para después trasladarse, en mayo de 1949, a la calle Cuauhtémoc, donde continúa brindando sus servicios. El 27 de junio de 1938, comienza a trabajar ahí la pequeña Emelia Sánchez Ortega y, décadas después, Emelia, se convertiría en la actual propietaria de “La Cultura”.

Dicen que siempre hay un roto para un descocido, y para coser a éste, un buen hilo te ayudará. Para ello, la mercería “Estrella de oro” es la mejor opción. La accesoria 8 y 9 del “Mercado Guadalupe” es donde se ubica. Los fundadores fueron Miguel Hernández Castillo y su esposa Guadalupe Castañón.

Originarios del Líbano, el 1 de febrero de 1951, la familia Bojalil instituye la tienda de uniformes “El Águila”. Don Alberto Bojalil, junto a su hijo Mario Alberto Bojalil, manejan actualmente el negocio familiar.

En 1956, Josefina Rogerio Xochitiotzin y Ricardo Velázquez Gracia, fundan “La pollería Giro”, ubicada en la Francisco I. Madero y Aquiles Serdán. Don Ricardo, desde muy temprano, iba en bicicleta a la antigua estación ferroviaria para esperar su pollo, proveniente de Orizaba, Veracruz y Esperanza, Puebla. El actual propietario es Salomón Velázquez Rogerio, quien desde los 13 años se ha hecho cargo de la pollería.

Los baños “Guadalupe” se inauguran en 1955, gracias a don Baltazar Maldonado. Los actuales dueños son los hermanos Maldonado Olvera Rosales, nietos de don Baltazar.

La “Cristalería Olimpia” ahora propiedad de Víctor Guevara Hernández, fue fundada en 1960 por la señora Olimpia Hernández Sánchez y Rodolfo Guevara Salinas. En sus orígenes, “Cristalería Olimpia” se localizaba en la esquina 5 de Mayo con Cuauhtémoc y desde 1974, se trasladó a 5 de Mayo 304.

Si te preguntan “¿A qué hora sales por el pan?”, definitivamente en Apizaco lo que sobran son panaderías, y con ello, pretextos. Ubicada en la esquina 2 de abril y Xicoténcatl, encontramos la panificadora “La Guadalupana”; la cual se fundó en 1965, gracias a Virgilio Fernández García y Graciela Guarneros Ortega. La panificadora más antigua actualmente es “La Saldaña”, ya que ésta comienza sus actividades en 1916, o sea, 100 años endulzándonos el paladar. Sus fundadores Gonzalo Saldaña Calva y Mercedes García Hidalgo. Por último, la panificadora “Ángeles” abre servicios en 1956, gracias a Ángel Díaz y Enedina Trujillo. Sus actuales encargados son el señor Ángel Díaz Trujillo y su hija Silvia Díaz Tejeda.

Actualmente “La Posada” es uno de los hoteles más grandes de Apizaco, el cual se funda en 1970. Su propietario, el fallecido Antonio Blanco, de origen español, y su esposa Anabela García Méndez González, viuda de Blanco, originaria de la Ciudad de Apizaco.

También el Restaurante “Maruca” es uno de los más antiguos: se fundó hace 56 años y continúa siendo “El lugar para comer” de muchos viajeros, asimismo que el restaurante “La Mexicana”.

Otros comercios que continúan entre nosotros son la tienda de regalos la “Moda Elegante”, la “Casa Gil”, ferretería, y la funeraria “La económica”.

Mientras que en el recuerdo quedan “La cosmopolita”, la panadería “Covadonga”, “Abarrotes San Antonio”, la “Foto América” y La Regis; “La favorita”, “Botica Guadalupana”, las zapaterías “El Coco y el Coquito” y La Barata; los baños “Granillo”, “Santa Fe” y “Reforma”; “Los Almacenes Montiel”, además de “El porvenir”, “La Flechita”, “La Casa Yulí”, que tienen en común haber sido de libaneses. Cómo olvidar el restaurante “Las Vegas” y más atrás, las grandes tiendas abarroteras de los españoles como “Cantero”.

Desde hace 150 años, Apizaco es muestra de multiculturalidad y de historias que no deberían olvidarse, que deberían ser parte de la gran memoria de esta ciudad siempre en movimiento, cuyos recuerdos hacen justicia al tesón, al esfuerzo y al cariño con el que nuestros primeros comerciantes fueron dándole una identidad y el progreso que la caracterizan.

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