
Una buena alimentación te ayuda a mantener la concentración, regular la digestión y llegar a tu destino sintiéndote más fresco y con mejor humor
Por la Mtra. Monserrat Rodríguez León, directora de la carrera de Ciencias de la Nutrición de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).
Cuando vas a volar por algún viaje a la hora de la planeación seguramente pensarás qué llevarás en tu maleta, tu itinerario, etc., pero seguramente no te ha pasado por la mente cómo te alimentarás durante esos días.
Por eso es importante que sepas que si tomas un avión, puedes asegurar que tu trayecto sea más cómodo y con menos malestar si organizas tu alimentación antes y durante el vuelo, ya que reducirá la fatiga y la mala digestión.
Las condiciones ambientales dentro de un avión son distintas a lo que estás acostumbrado, ya que existe diferente presión atmosférica y la humedad es menor, por lo que suele estar más seco que en algunos desiertos.
Aunque no lo sientas de esa manera, todos estos cambios afectan la forma en la que se perciben los sabores, el comportamiento del sistema digestivo y cuánta agua perdemos durante el viaje.
Por todo lo anterior, es muy importante que antes de viajar realices una planificación de las comidas que realizarás para que sean ligeras y equilibradas. Realizar una comida rica en grasas antes del viaje puede ocasionar que te sientas hinchado e incómodo al estar sentado durante varias horas.
Lo ideal es consumir porciones moderadas de proteínas como carne o pollo, verduras cocidas, carbohidratos y frutas. Si tu vuelo es durante la mañana, una buena opción para el desayuno sería yogur, avena y fruta, ya que te aportará una buena cantidad de energía sin sentir pesadez.
Mantenerte en buen estado de hidratación es otro punto clave, ya que, al respirar aire tan seco, perdemos mayor cantidad de líquidos de lo normal, y es muy fácil deshidratarse en pocas horas.
Para evitarlo, es importante que antes y durante el vuelo, aunque no sientas sed, bebas agua natural, además de limitar el consumo de bebidas azucaradas, café y alcohol, que favorecen la deshidratación y pueden incrementar la sensación de cansancio.
Debido a la baja presión y el ambiente seco, tu sentido del gusto también sufrirá afectaciones durante el vuelo, es por ello que los chefs encargados de preparar los alimentos pueden agregar un poco más de sal y condimentos a las comidas.
Si prefieres, puedes llevar tus propios refrigerios, pero asegúrate que sean fáciles de transportar como frutos secos naturales sin sal, barras de proteínas o cereales bajos en azúcar o frutas deshidratadas.
En cambio, si en un vuelo vas a consumir las opciones de la aerolínea, elige platillos que contienen más verduras y proteínas en lugar de pastas cremosas o algún snack con alto contenido de sal.
Recuerda que moverte durante el vuelo también es importante porque permanecer en la misma posición durante horas puede afectar a tu digestión e incrementar el riesgo de problemas circulatorios.
Cada 50 minutos puedes levantarte a caminar y realizar ejercicios de estiramiento en tu asiento. Una excelente estrategia es fraccionar las comidas en porciones pequeñas para que te sientas con más energía y evites la pesadez abdominal.
Si viajas con niños es indispensable llevar snacks saludables como frutas, galletas integrales, queso bajo en grasa para tener un viaje más tranquilo y evitar molestias por hambre.
En el fondo, comer bien antes y durante el vuelo no es solo un tema de comodidad: también es cuestión de salud y seguridad. Una buena alimentación te ayuda a mantener la concentración, regular la digestión y llegar a tu destino sintiéndote más fresco y con mejor humor.
La próxima vez que prepares tu itinerario, dedica un momento a pensar qué vas a comer y beber antes de despegar. Tu cuerpo te lo agradecerá cuando bajes del avión con energía para empezar tu aventura.