
Por Enrique Gasga.
Si algo ha caracterizado al presente proceso electoral en la entidad para elegir gobernador, diputados locales, presidentes municipales y de comunidad; sin duda ha sido la falta de candidatos a estos cargos que garanticen la recuperación que requiere la entidad, y en su caso la parte que les correspondería gobernar luego del retroceso generalizado originado por un sexenio de pereza, ignorancia y saqueo de los recursos públicos.
Ante un gobierno estatal que casi al final de su administración no sólo no ha administrado los recursos en beneficio de la ciudadanía; sino que no ha sido capaz de crear al menos una obra importante que genere beneficios reales para la sociedad ávida de hospitales con servicios de salud adecuados; plantas de tratamiento de aguas residuales que tanta falta hacen ante la insultante contaminación de las aguas tlaxcaltecas; infraestructura educativa digna, y muchas otras cosas que este gobierno ha omitido.
El atrevimiento de Marco Antonio Mena candidato a la gubernatura por el PRI al referir que su intención es continuar con esa política gubernamental marianista donde no se sabe el paradero de miles de millones de pesos de recursos públicos; no sólo es una burla para las miles de familias en estado de pobreza existentes, y de las aproximadamente cincuenta mil que ha generado este gobierno; así como de los obreros, campesinos, comerciantes, empresarios y demás sectores que han padecido un gobierno que poco o nada les ha ayudado, no es sino un grave desatino cuyo objetivo podría ser la impunidad de los excesos marianistas.
Pensar que con tales intenciones Marco Mena puede generar votos a favor de su candidatura es absurdo como su campaña misma siendo el aspirante más débil que pudo avalar el PRI para desilusión de sus simpatizantes.
Dicha posición del priismo hacia la gubernatura de una u otra forma arrastrará negativamente a los demás candidatos a los demás puestos de elección popular por este partido, abriendo una posibilidad importante para ganar la elección gubernamental a algún candidato de oposición.
Sin embargo, ni la panista Adriana Dávila, ni la perredista Lorena Cuellar -que en el actual escenario político podrían contar con alguna posibilidad de ganar la elección-, han podido generar confianza entre el electorado; ya que al parecer no han entendido que necesitan generar urgentemente unos ochenta mil votos más aparte de los que les puede dar su estructura para meterse a la lucha por el triunfo.
Peor aún a estas alturas es difícil que no se hayan dado cuenta de esto; pero entonces lo que evidencian es la ausencia de talento para hacer alianzas, ya no digamos de facto con partidos políticos; sino al menos con grupos que ostenten un capital político importante, pero tampoco parece que esto se esté generando.
Mientras tanto esto también deja en evidencia incapacidad de los asesores de ambas candidatas para crear los puentes necesarios para hacer crecer las campañas; sólo limitarse a obedecer ciegamente las órdenes de las candidatas en lugar de ayudarlas las puede hundir.
Con las campañas políticas ya iniciadas, y con discursos demasiado tibios la panista y la perredista no han generado en el electorado al menos expectativas positivas que inviten a votar por alguna de ellas.
Y es que los problemas de inseguridad siguen en ascenso en la entidad, secuestros, robo a casa habitación, asesinatos, extorsiones y asaltos; la pobreza ha crecido ostensiblemente, el desempleo y la falta de al menos lo básico en servicios de salud estatales que hace poco derivaron en la muerte de un bebe porque no se contó ni con lo básico para atenderlo.
La molestia de campesinos, comerciantes, empresarios y demás sectores por la mala administración del gobierno; así como la violación sistemática en la entidad a los derechos humanos.
Ante este difícil panorama que vive la entidad; indudablemente lo que necesita Tlaxcala es claridad y decisión de quienes están compitiendo por la gubernatura, y no las hay.
Y en este último tramo rumbo a las elecciones de junio próximo viene una de las partes más importantes para los candidatos a la gubernatura, que es la presentación de sus propuestas para tratar de enderezar el barco antes que haga agua; ojalá alguno de ellos al menos cuenten con propuestas a la altura de la solución a los graves problemas que está dejando el gobierno priista de otro modo la incertidumbre seguramente continuará hasta el día de las elecciones.