
La Coordinación Nacional de Danza del INBAL trajo a México la pieza, con dirección de Leivan García Valle
Una reflexión sobre Eshù – Elegbá desde una visión filosófica y cotidiana de los orishas
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Danza, presentaron al Conjunto Folklórico Nacional de Cuba, en el marco del primer Festival de Danzas Negras: Reflexiones Afroindígenas. La emblemática agrupación isleña ofreció dos funciones de Bará en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo, del Centro Cultural del Bosque.
El Festival de Danzas Negras: Reflexiones Afroindígenas es un encuentro que celebra la memoria, la identidad y la resistencia de las comunidades afrodescendientes e indígenas del Sur Global a través de la danza.
Bajo la dirección de Leivan García Valle, Bará propuso una exploración coreográfica que se sustenta en investigación, misma que reflexionó sobre las divinidades orishas, al conjugar los enfoques místico-religiosos tradicionales con la vida diaria. La puesta en escena mostró cómo ciertos atributos y personalidades de las deidades se manifiestan a través de la ley, la mendicidad, la niñez y la sabiduría, con un lenguaje lleno de símbolos, poesía y fuerza escénica.
El título de la pieza hace referencia a la palabra Bará, que en la tradición yoruba significa “servidor” o “ayudante”, asociada a Eshù-Elegbá como mediador entre las divinidades y los seres humanos.
La primera danza fue interpretada por la bailarina Diosleidi Hardinson, con un despliegue de fuerza y sensibilidad. En sus pasos y ritmos se presentó parte de la historia cubana, las tradiciones y la identidad colectiva; su interpretación envolvió al público con un compás hecho de mitos, leyendas, magia y armonía, que prepararon el terreno para lo que vendría.
La siguieron los intérpretes Richard Posada, Yadian Barrientos, Jhon Lydrago y Osmany Aguilar, quienes encarnaron distintos arquetipos con humor, lirismo y energía ritual, acompañados de movimientos, ritmos y textos que develaron la presencia de lo sagrado en el escenario.
La puesta en escena integró danzas cargadas de tambores y referencias a piezas contemporáneas como El hombre extraño, de Silvio Rodríguez, que evoca los procesos de transculturación entre los estilos modernos y las expresiones africanas ancestrales que han dado forma a la riqueza cultural de la isla. Estos movimientos transmitieron la tradición e identidad cubana, a través de mitos, leyendas, magia y armonía.
“El folclor no es un adorno ni una postal turística. Es historia viva, creación colectiva y memoria espiritual. Cuando representamos las danzas de los orishas en escena, no basta con repetir movimientos: debemos honrar su sentido profundo, investigar y respetar la sabiduría que nació en el corazón del pueblo”, reflexionó el director Leivan García Valle, director del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba.