
El Centro INAH Tlaxcala se sumó a la conmemoración con la evocación del acontecimiento sucedido en esa zona arqueológica en 1520.
En ese marco, el suplemento cultural La ChíquINAH presentó una edición especial, como parte de su primer aniversario.
Declarado como el Año de la Independencia y de la Grandeza de México, este 2021 se concibió como un periodo de conmemoraciones tanto de los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlán, como de los 500 años de la caída de esa ciudad y el bicentenario de la Consumación de la Independencia de México. En este marco, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Centro INAH Tlaxcala, se sumó a estas actividades con el conversatorio “Zultépec-Tecoaque: a 500 años del contacto con los hispanos”, en el que se rememoró este acontecimiento.
“Es de destacar esa presencia histórica con un gran momento de reflexión que suscita el encuentro de dos culturas. Tecoaque, considerado, tal vez, el único lugar con evidencia física de la resistencia de los indígenas a la presencia de los europeos, levanta su voz y se reconoce una vez más como espacio vivo, al exponer esos pasajes acontecidos precisamente en junio de 1521, con la participación de quienes se han dedicado a estudiar esta zona arqueológica, como los doctores Enrique Martínez Vargas y Ana María Jarquín Pacheco”, asintió el director del Centro INAH Tlaxcala, José Vicente de la Rosa Herrera.
A partir de los trabajos de investigación realizados por ambos arqueólogos, la arquitectura y vestigios del sitio, los cuales dan cuenta de esas formas de resistencia y resguardan uno de los pasajes más emblemáticos de la historia de Tlaxcala y del país, fueron descritos con puntualidad.
“El reto principal ha sido definir el sitio de Zultépec-Tecoaque y su lugar en la historia, pues adquirió mayor preponderancia a raíz de los hallazgos”, subrayó Ana María Jarquín.
“La captura y sacrificio de la caravana llegada de la Villa Rica de la Vera Cruz con más de 500 europeos, mulatos africanos e indígenas mayas y taínos fue, ante todo, un ritual de transmutación que permitió que todos ellos pasaran al mundo mítico y dieran fuerza a los guerreros locales. Significó respeto a las normas ancestrales que dieron relieve a la valentía y resistencia en una restitución del orden cósmico”, refirió la investigadora.