Importante concientizar sobre preservación fílmica: @CinetecaMexico

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A través del Laboratorio de Restauración Digital, la Cineteca de México ha buscado la manera de preservar la memoria de nuestro cine.

Se puede llegar a creer que el formato digital representa la panacea para preservación de los archivos, sobre todo en el terreno audiovisual. Sin embargo, el almacenamiento de información en soportes como el DCP, Blu-ray y DVD implica un problema mayor: nadie sabe con certeza cuánto tiempo puede durar la información.

“Dijeron lo mismo cuando salió el D1, un magnetoscopio capaz de grabar en formato digital. Aseguraron que podía durar hasta 90 años, pero lo cierto es que en unos años desapareció. Hoy en día han aparecido más de 50 formatos de video”, explica en entrevista Édgar Torres Pérez, coordinador del Laboratorio de Restauración Digital “Elena Sánchez Valenzuela” de la Cineteca Nacional.

La forma más segura de preservar información es sobre soporte fílmico, que es el único formato que ha demostrado que puede llegar a durar por más de 100 años. “Si lo que se desea es preservar la memoria fílmica para el futuro, tendría que ser en este soporte”, agrega Torres Pérez.

Esto no resulta tarea sencilla al saber que los laboratorios fotoquímicos están desapareciendo a nivel mundial y por ende la película cinematográfica cada vez es más cara. Al problema se suma el hecho de que existe menos personal para trabajar estos formatos y en general los cineastas no han valorado la necesidad de resguardar sus películas en espacios como las bóvedas de la Cineteca.

La Ley Federal de Cinematografía exige a los productores que entreguen a la Cineteca Nacional una copia –aunque no especifica en qué formato– de sus películas para resguardar el cine mexicano y aquel que se exhibe en México. Sin embargo, Édgar Torres Pérez afirma que, lamentablemente, en la práctica esta acción no se efectúa del todo.

“Antes la Cineteca Nacional recibía al mes al menos 80 títulos nacionales e internacionales, pero desde que se hizo la transición al digital se dejó de recibir ese material. Entonces recibíamos dos o tres al mes”, recuerda.

Esta realidad mucho tiene que ver con las nuevas maneras de ver el cine. La mayoría de las copias en DCP (Paquete Digital Para Cine, DCP por sus siglas en inglés) –el estándar de exhibición cinematográfico más actual– pueden violentarse y con ello resultar vulnerables ante la piratería.

“Muchas de ellas vienen codificadas y protegidas con una llave que se llama KDM, entonces si dejan la copia de esta manera, a la Cineteca Nacional no le sirve de nada como acervo porque no la puede abrir. A la vez, si le prestan la llave se podría volver vulnerable.”

En ese sentido, el material en 35mm no representaba ese tipo de riesgo, porque no cualquier persona podía tener en casa un proyector para exhibir el filme, así como tampoco era sencillo realizar una copia. Con el digital, aunque tiene sus restricciones, la información está al alcance de más personas, considera Torres Pérez.

Para María del Carmen López Ortiz –coordinadora  de logística del Laboratorio de Restauración Digital de la Cineteca Nacional– es importante realizar foros en los que se  concientice a los realizadores sobre la importancia de la conservación digital. “Hay que explicarles que los archivos digitales no son eternos. No hay algo que asegure que tu disco duro siempre va a estar ahí. Todo tiene un ciclo de vida”, comenta.

¿Se puede perder la memoria fílmica de un país? Sí. Sin embargo y por fortuna en el caso de México, el material cinematográfico con el que se cuenta es vasto. Además, el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), de la mano de la Filmoteca de la UNAM, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) y el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), ha tomado decisiones importantes para hacer visible el riesgo de no tener un respaldo del cine contemporáneo.

“Hay etapas en las que no existen archivos. Aquí en Cineteca Nacional si buscas películas mexicanas de 2007 a la fecha vas a encontrar un número restringido, cuando antes se tenia el 80 o 90 por ciento. Lo mismo pasó del formato fílmico al videográfico, hay muchos faltantes. Ni el máster se sabe dónde quedó”, comenta Torres Pérez.

Una de los objetivos de la Cineteca Nacional es preservar la memoria fílmica, tanto nacional como mundial. Por un lado, se debe atender el cine antiguo y por el otro las producciones actuales que se están haciendo, que de igual manera se deben preservar. Por ello es importante hacer ver a la comunidad cinematográfica que si no guardan la información no va a perdurar.

Diferencia entre digitalización y restauración

Desde la fuente más fidedigna y con mayor calidad, como puede ser el mismo negativo, es que se hace todo el proceso de la digitalización de una película. Más adelante se determinan las rutas para la restauración.

En este punto es importante detenerse para aclarar que existe una gran diferencia entre digitalizar y preservar. “Ponerlo en digital no quiere decir que esté restaurado, es simplemente que lo estamos trasladando de un soporte analógico a un medio digital para que se pueda exhibir hoy en día.”

Todas las películas presentan problemas, en mayor o menos medida. Algunas tienen manchas, polvo, rayas, hoyos, pequeños desprendimientos. Depende del estado del filme para que la digitalización y la preservación queden en mejor forma en términos de sonido, color o imagen.

Tras evaluar las condiciones de cada cinta se determina una ruta de trabajo para considerar el tiempo que va a llevar la restauración y digitalización y con ello saber si el proyecto es viable, como lo sucedido con El automóvil gris (Enrique Rosas, 1919), que logró restaurarse tras tres años de trabajo en el Laboratorio de Restauración Digital de la Cineteca Nacional.

El costo es otro de los puntos a considerar. Una estación de restauración llega a valer hasta un millón de pesos, es un proceso muy caro. Incluso la iniciativa privada está muy limitada porque en México es algo reciente. En el caso de El automóvil gris, tan sólo la digitalización tuvo un costo de más de un millón y medio de pesos.

Al final del proceso de restauración, estabilización o digitalización, cada proyecto se preserva en una cinta magnética de LTO, similar a que se utilizada en los videocasetes y que hasta hoy se reconoce como el formato más seguro y resistente para guardar información. Aunque los datos están codificados de manera digital, el soporte se realiza en plástico, acetato o poliéster.

Se debe tener en cuenta lo siguiente: hay que mantener la misma temperatura que tiene una película en celuloide para conservar el material digital, además de que la transformación tecnológica ocurre rápidamente, por lo que el cambio de formatos se traduce en dinero y los presupuestos son limitados.

A partir de estas cintas LTO, los archivos guardados pueden ser descargados en diversos formatos como DCP, Blu-ray o DVD. La idea es que la parte digital restaurada vuelva a un soporte fílmico porque lo que se sabe es que al menos dura más de 100 años.

Fue en 2012 cuando la Cineteca Nacional dio a conocer su Laboratorio de Restauración Digital, único en su tipo en México. Su labor en estos cuatro años no ha sido sencilla. Quienes conforman el equipo multidisciplinario –desde historiadores, comunicólogos, hasta ingenieros y químicos– constantemente deben actualizándose y capacitarse. Lo que los une es la pasión por la preservación del cine.

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