
Autor: Enrique Gasga
Las elecciones, unas más que otras, se han presentado en medio de un enorme desaseo debido no sólo a las trampas gubernamentales para favorecer a determinado instituto político, donde el PRI prácticamente desde su nacimiento ha traído la marca callista del poder por el poder mismo, sino también al cinismo exacerbado de sus actores quienes entre sus prácticas más deleznables está la compra de votos valiéndose de la pobreza del electorado, y que hoy el gobierno priista está poniendo en práctica nuevamente en Tlaxcala y en las demás entidades donde habrá elecciones.
Entre más pobres más votos es la ecuación que les ha funcionado a los gobiernos priistas que primero sumen a enormes cantidades de personas en la pobreza para después darles una insultante mini supuesto apoyo a cambio de su voto, y que una vez que llegan al poder toman miles de veces más recursos que los que costó el supuesto apoyo.
Los programas sociales a cambio de votos es una práctica de dichos gobiernos recurrente que lamentablemente la ceguera de la ley permite que se siga operando con el pretexto de que no se puede detener la entrega de apoyos sólo la difusión de éstos.
Sin embargo, lo que se puede traducir en compra de votos es precisamente la entrega de supuestos apoyos, no la difusión de los programas; por lo que al permitirse que el gobierno siga operando programas con la libertad y de la forma que lo hace; sin al menos la presencia del árbitro electoral para constatar que no se está haciendo mal uso de los programas, se le está dando una clara ventaja sobre los partidos de oposición.
No obstante, una de las características de las elecciones que en este 2016 se llevarán a cabo es la mutilación artera que han sufrido los supuestos apoyos que se le están entregando a determinados electores con la esperanza de que voten por el partido en el poder.
Sólo por echarle una mirada a esta situación; en el caso del programa PROSPERA que dirige el gobierno federal, es un programa que nació con el nombre de PROGRESA para apoyo a la Educación, Salud y Alimentación en agosto de 1997 con el PRI en el poder con Ernesto Zedillo como presidente de la República, y el cual sólo tenía una cobertura de 300 mil familias, según datos del propio gobierno federal, y sólo operaba en el ámbito rural.
Con el cambio de gobierno después del año 2000 con el panista Vicente Fox como presidente de la República para 2002 con este programa ya se atendía a 2.4 millones de familias, es decir creció aproximadamente en un 700 por ciento.
En ese mismo año, el programa cambia de nombre a “OPORTUNIDADES” aumentando su cobertura a los 32 estados de la República alcanzando los 4.2 millones de familias beneficiadas, y cuyos beneficios también aumentaron; ya que las becas que inicialmente eran sólo para educación básica, se ampliaron a educación media superior.
Sin embargo, con el regreso del PRI al poder federal a cargo del Presidente Enrique Peña Nieto se cercena el programa “OPORTUNIDADES”, y se convierte en PROSPERA, donde miles de familias fueron dadas de baja de los beneficios que recibían como becas económicas para sus hijos; así como apoyo de servicios de salud y alimentación; apoyos ahora con serias deficiencias y corrupción de quienes los ejercen.
El número de pobres en el país aumentó drásticamente en los últimos años con los gobierno del PRI; en Tlaxcala por ejemplo, con el presente gobierno priista de Mariano González el número de pobres aumentó en alrededor de cincuenta mil personas.
En el caso de los apoyos al campo sucedió algo similar, donde los apoyos de semillas y fertilizante han disminuido en aproximadamente el 50 por ciento con relación a los apoyos que se daban el sexenio pasado, y lo cual ha generado la inconformidad lógica de los campesinos de las diferentes organizaciones contra el gobierno marianista.
Hoy PROCAMPO no da; sino mendrugos selectivos a los campesinos Tlaxcaltecas, y en general a los de todo el país.
Aun así, en Tlaxcala el gobierno estatal seguramente confía en que Marco Mena puede ganar la lección gubernamental a pesar de su inexperiencia, impopularidad, la pereza del gobierno marianista para hacer obra pública, la drástica disminución de beneficiarios de los programas sociales, y del pobre apoyo que ofrecen a los supuestos beneficiarios de estos programas.
Y es que la ecuación, entre más pobres más votos para el PRI, le funcionó a Peña Nieto en las pasadas elecciones federales.
Sin embargo, los recursos que se desplegaron, la coordinación de las dependencias federales y la vista gorda del INE ante la evidente operación tendenciosa de los programas sociales contribuyeron enormemente al triunfo del PRI en cuanto al número de diputados federales que obtuvo con relación a los demás partidos políticos en dichas elecciones federales del año pasado.
Eso evidentemente no quiere decir que el PRI logre ganar en la entidad la elección gubernamental; ya que los escenarios son muy diferentes; la pésima imagen del marianismo, el aumento de la delincuencia y la violencia en prácticamente todo el estado, la falta de apoyos de todo tipo, y el casi nulo desarrollo para la entidad; así como el rechazo evidente del priismo nacional hacia el candidato de González Zarur cambian enormemente cualquier proyección triunfalista para el tricolor.
Pero el voto final lo tiene el electorado, un electorado empobrecido que tiene la decisión de votar por el PRI a cambio de un supuesto apoyo rasurado, el cual además es tomado de sus mismos impuestos, o bien en esta ocasión como en otras los tlaxcaltecas vayan a las urnas y den el voto de castigo a sus tiranos.